es verdad.
Es verdad que más de una vez me asusté y huí. Y también es verdad que ahora, más que nunca, estoy asustada, tengo ganas de meterme bajo mis sábanas y no salir en un buen rato, hasta que se pase la tormenta. Y que más de una vez quise abandonar, salir corriendo, olvidar mi lado pesimista, ver el vaso medio vacío y decir «qué más da«. Pero no sería de mi estilo, sería demasiado fácil. Y ¿desde cuándo yo hago algo de manera simple y fácil?
hoy no
y mañana tampoco.